domingo, 17 de enero de 2010

El retardo mental leve (RML)

En la mayoría de los casos, no es legítimo considerar al RML como una categoría de necesidades educativas especiales.

Históricamente, el cuadro adquiere categoría con el advenimiento de la sociedad industrial y se halla históricamente ligado a la obligatoriedad de la educación primaria. En efecto, éste es identificado durante la escolaridad y hace referencia particularmente a la adaptación escolar.
A diferencia de los cuadros de retraso mental profundo, severo y moderado, el RML no presenta compromiso orgánico en la mayoría de los casos y si bien es posible hallarlo en cualquier sector social, la gran mayoría de los casos son detectados en los sectores más pobres de la población.

El retardo mental débil, no es fruto de la herencia genética. Binet y Somon en 1905, en dentro del marco de las primeras investigaciones a escala con test de inteligencia, identificaron una correlación entre CI y las profesiones de los padres. A mayor calificación de la profesión/oficio, se detectaba un CI mayor. Esto pone en evidencia que los factores medioambientales influyen directamente en este sentido.

La doble etiquetación:
El RML, por un lado, describe y señala el desempeño escolar insuficiente, y por otro lado, encubre la pertenencia a los sectores sociales más desfavorecidos de la población.
El RML es pues, una categoría que refleja las diferencias de oportunidades educacionales y medio ambientales, sin embargo, al ser una categoría sujeta a prejuicios, no debería entenderse como un retardo sociocultural. Desde la perspectiva de los análisis ambientalistas, el RML se halla determinado por el ambiente étnico, familiar, migratorio y se lo considera deficitario en sí mismo.

Limitaciones lingüísticas:
Los docentes latinoamericanos han observados que los sectores más empobrecidos de la sociedad inician la escolaridad con deficiencias de nivel en los usos lingüísticos. Si bien, estudios realizados han llegado a la conclusión que el “déficit lingüístico” no era tal, puesto que la complejidad expresiva si bien era diferente entre los distintos niveles sociales, esta diferencia no era estrictamente deficitaria, no es posible sostener que los sectores marginados NO se vean afectados por haber recibido una menor estimulación.

Esta diferencia, no debería ser transformada en “déficit” a partir de la escolarización. Si la escuela no brinda a los sectores menos favorecidos la posibilidad de alcanzar los aprendizajes niveladores, existe el riesgo de que los niños provenientes de sectores pobres nunca logren las representaciones y las estrategias lingüísticas necesarias para el desempeño social y laboral. La línea estratégica sería, en este sentido, reconocer las diferencias en el punto de partida para que los estudiantes puedan nivelar las condiciones desfavorables al inicio de la escolarización.

Fracaso escolar
En el origen del problema del fracaso escolar se halla una representación de la cultura escolar, desde la cual se cree en la igualdad de oportunidades iniciales. Se trata pues tan solo de un “igualitarismo formal”, a partir del cual se trata a todos como si realmente fueran iguales lo que en la práctica no hace sino conservar cualitativa y cuantitativamente sus diferencias. Lo que sucede en la práctica es que ni todos los chicos llegan a la escuela con las mismas condiciones ni todos reciben lo mismo de ella.

Generalmente, los factores que se tienen en consideración para establecer el fracaso escolar y el retardo mental leve (RML) son coincidentes, al punto tal de incluir en esta categoría a todos los niños que presentan dificultades en la adaptación escolar. Esta situación, hace necesario analizar el fracaso escolar desde una perspectiva pedagógica.

Diferentes enfoques, erróneamente reduccionistas, atribuyen el fracaso escolar a la responsabilidad del alumno, descuidado los aspectos sociales, culturales y familiares:

Reduccionismo psicológico: el fracaso se focaliza en el niño como sujeto individual.
La educación debe tomar al niño como una totalidad, tanto los aspectos cognitivos como afectivos.
Las teorías psicológicas suelen centrarse en uno solo de estos aspectos por vez.

Reduccionismo médico o psicométrico: aparece como reflejo de la vigencia de los modelos patológicos. Los niños en los que se detecta falta de adaptación respecto a la propuesta escolar, son estudiados para su diagnósitico. En este grupo entran categorías tales como “dislexia”, “discalculia”, “inadaptación”, “inadecuación”.

La escuela todo lo puede cambiar... ¿o la escuela no puede hacer nada ante algunas realidades?
Este interrogante, en apariencia contradictorio, refleja la necesidad de “dar más” a los que tienen menos. Y este “dar más” no debería ser interpretado como asistencialismo, sino a las acciones educativas que permitan a los niños apropiarse de los saberes que distribuye la escuela.
Los docentes que trabajan en sectores con dificultades sociales deberían ejercer a través de una “practica compartida”, dada la multiplicidad de problemas que debe resolver. En esta línea, fue concebido un programa en donde toda la comunidad educativa, conformó un entramado cuyos aspectos centrales fueron:

• La relación escuela familia
• Los contenidos que se enseñan y aprenden (tratando de que dejen de ser ajenos para ser articulados y significativos)
• La disciplina como favorecedora de actitudes solidarias.
• La evaluación de lo que se enseña y aprende, compartida por todo el equipo docente, tomando los ciclos escolares como referencia (más que el grado)
G.C.

Bibliografía:

LUS, M. A. (1995) “Cap. 2: El pesado tema del retraso mental leve” y “Cap. 3: Fracaso escolar masivo y retardo mental leve, una relación histórica”, en: De la integración escolar a la escuela integradora, Paidós, Buenos Aires


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