lunes, 12 de octubre de 2009

Equilibrio y ruptura

Tres niveles de complejidad

Los tres niveles han de estar también en equilibrio y jerárquicamente integrados. En efecto, un equilibrio en el tercer nivel, acabaría ocasionando desequilibrios de primer y segundo nivel. Sin embargo, en los tres casos los desequilibrios muestran la insuficiencia de los recursos del sujeto para asimilar la información que se le presenta y por lo tanto, la necesidad de acomodar los esquemas internos para recuperar el equilibrio perdido.

1. El primer nivel o la conducta incorrecta de los objetos

Como los esquemas que posee el sujeto deben estar en equilibrio con los objetos que se asimilan. Desde el punto de vista del sujeto, los objetos se comportan “mal”, esto es, no responden a sus previsiones, no hacen lo que “deberían” hacer. Se produce pues, un desequilibrio.

2. El segundo nivel o el conflicto cognitivo

También ha de existir un equilibrio entre los diversos esquemas del sujeto que deben asimilarse y acomodarse recíprocamente.
Según Piaget existen dos tipos globales de respuesta a las perturbaciones o estados de desequilibrio:
Respuestas NO adaptativas: En este caso, el sujeto no toma conciencia del conflicto existente por lo que no eleva la perturbación al rango de contradicción.
Respuestas adaptativas: El sujeto es conciente de la contradicción e intenta resolverla. Existen tres tipos de respuestas adaptativas:
1. Respuesta tipo alpha: La perturbación no se traduce en un cambio. Si es muy leve, puede ser corregida sin una modificación y si es muy fuerte, se la ignora.
2. Respuesta tipo beta: El elemento perturbador se integra en el sistema, pero como una variación de la estructura previa.
3. Respuesta tipo gamma: El sujeto se anticipa a las variaciones que dejan de ser perturbaciones para responder a la transformación del sistema.

3. El tercer nivel o la integración jerárquica

La integración jerárquica de esquemas previamente diferenciados produce una acomodación generando cambios en el resto de los esquemas asimiladores.
En este sentido, Piaget y Garcia encuentran que toda teoría o conjunto de esquemas organizados se ve sometida durante su desarrollo a tres tipos de análisis que implican una organización jerárquica progresiva.
¿Cuándo se produce una acomodación optima? ¿Qué condiciones debe reunir el desequilibrio para que dé lugar a un verdadero progreso en el conocimiento?
De acuerdo a Piaget y a Lakatos señalan que estas condiciones parecen estar relacionadas con el grado de desarrollo y coherencia interna de la teoría o sistema conceptual que sea contrastado con los hechos.

Esto supone, entonces, una toma de conciencia conceptual o “tematización” que resulta imprescindible para la atribución a los objetos de las operaciones que son aplicadas de modo no conciente a toda situación causal.
La toma de conciencia desempeña en la teoría de Piaget una función similar al “insight” dentro de la teoría de la gestalt, pero a diferencia de ésta, Piaget distingue entre:

1. Abstracción empírica: toma de conciencia de las propiedades de los objetos.
2. Abstracción reflexiva: toma de conciencia de las propias acciones o conocimientos aplicados a los objetos.

En el marco de la teoría Piagetiana del aprendizaje, la toma de conciencia de un conflicto cognitivo debe considerarse necesaria aunque no suficiente para la reestructuración de los conocimientos. Esto solo se logra a través de una respuesta adaptativa, aunque no toda respuesta adaptativa conduce a la reestructuración. De hecho, mientras los desequilibrios entre esquemas y objetos de conocimiento son muy frecuentes, la toma de conciencia de tales conflictos es mucho menor. Mucho más infrecuentes aún son las reestructuraciones genuinas.

Las teorías, constituyen, efectivamente un recurso efectivo para la comprensión de la realidad. Los investigadores de la escuela de Ginebra fueron muy explícitos a propósito de titular las conclusiones de los trabajos experimentales realizados con niños de cuatro a nueve años: “Si quieres avanzar, hazte con una teoría”.. En efecto ellos observaron que los niños que contaban con una teoría explicativa estaban en condiciones de realizar una lectura productiva de sus fracasos, lo cual demoraba la efectividad en la resolución del problema pero avanzaba a un modelo explicativo comprensivo del fenómeno.


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